viernes, 6 de agosto de 2010

DULCES PARALELAS



 
Héctor Ramón Cuenya






A María Laura Fernández.







- ¿Que hace todo el dia?

-¿Qué cree que hago? Miro.



Henri Cartier-Bresson.

Reportaje de Pierre Assouline.

Paris, 1998.





La presentación del libro será en la noche, en lo posible con lluvia. El autor y el público estarán a cubierto de la lluvia, y de todo lo demás que pueda llegar a ocurrir.
Primero aparecerá un caballero que nos deleitara con un truco de naipes y mientras lo hace también nos contara una anécdota del escriba.
Una luz blanca iluminara un extremo del escenario y aparecerá el protagonista de la anécdota del segundo párrafo sonriente, pleno y diciendo “Así es... etc.... gracias”. Llevara en sus manos dos copas y una botella de champaña.
En caso que el autor este enfermo, triste o quizás y porque no tímido, habrá siempre un actor preparado para suplantarlo.
El caballero y el escriba hablaran sobre la magia. Y la luz se apaga y aparece un ilusionista que nos volverá a deleitar con ilusiones.
El caballero y el escriba no dejan de beber en ningún instante. El caballero y el escriba no dejan de deleitarse y aplaudir desde un extremo del escenario.
Las luces se apagan y aparecen diferentes personajes que representan diferentes partes del texto muchos de ellos disfrazados y maquillados.
El autor sigue atento el espectáculo y no deja de beber en ningún instante.
BOLLO
Tirado, a un lado del cuarto, cerca del armario, como un cadáver y su puerca intimidad. Deseando que surja en mí aunque sea algún matiz de voluntad, el cual me diferencie de los objetos que me rodean. Mi cuerpo se hunde en este piso de madera, sin angustia, ni desesperación; con extrañeza. Mi mano toma un papel, lo arruga, convirtiéndolo en un perfecto bollo, lo tira hacia arriba, con destreza lo vuelvo agarrar, repito el movimiento una y otra vez, extasiado con mi nueva habilidad.
Seré el campeón mundial de este nuevo deporte, viajare por el mundo siendo invencible, orgullo del país, ganare buen dinero y repartiré algo a “los sectores menos favorecidos de esta sociedad”, tapas de revistas y diarios, notas y entrevistas, me volveré “mediático”, grandes discusiones sobre el nuevo ¿deporte? y más temprano que tarde, un detalle desagradable de mi biografía, que se filtra en manos de periodistas sin escrúpulos, ni “códigos”, me hace perder publico; la fama y el dinero y sus locas tentaciones me tendieron una trampa, un giro, un mal paso.
Me redimiré, iré a programas de televisión mostrando que lo peor, me hizo mejor sujeto, un tipo mejor, que detrás del personaje hay una persona, es mas un ser humano “con sus defectos y virtudes”, seguramente estaré de la mano de mi futura esposa, que me contendrá en ese momento clave de la primera lagrima y/o quiebre de voz, hablare de la familia, pediré disculpas a todo el mundo, persona por persona, casa por casa, por haber sido un mal ejemplo, sobre todo para los niños -en ese momento ideal compañero estético será un bebé, en brazos, si es adoptado, mejor-.
Luego, mi mujer me abandona, después que el dinero se termina. Posteriormente juicio de separación, donde pierdo todo, hasta la tenencia.
En un hotel perdido junto a una botella de tequila, encuentran una nota de suicidio, donde escribí “Nunca pude olvidarte”. Al costado de la botella, frasco de pastillas, detrás, boca abajo, el campeón mundial categoría medios de bollito al aire; ya muerto. Los medios sensacionalistas se darán un atracón: “Fotos exclusivas del cadáver”, “Sus ultimas 24 horas”, “¿Quien era la persona que lo acompaño al hotel?”, “¿Fue suicidio?”.
La muerte lograra piedad y lastima, habrá honores oficiales. Pasare a formar parte del santoral popular junto con la Difunta Correa, La Juana Figueroa, Rodrigo Bueno, etc. Los hombres y las mujeres arrodillados en mi tumba, irán a pedir que se cure alguien o que salga el número de lotería que compro la señora y que Dios sabe que ella se lo merece y más que nadie San Bollito, que nunca le fallo.
Mis hijos y mi mujer harán buenos negocios con mi desgracia, se estrenara una película, “El campeón y su infierno”. Éxito de taquilla. Mi parentela retornara a la felicidad, al dinero y a la fama.
Yo estaré pudriéndome en mi bóveda familiar.
De todas esas cosas me salvo todos los días, gracias a mi bendito hastío.





PARED
Hay una pared. Blanca.
Viene un joven en bicicleta y escribe, “basta de amar por costumbre”. Y se va.

Pasa un lapso de tiempo, luego de eso aparece un viejo y pinta con una brocha, “basta de la costumbre de amar”.
Podemos ver como los dos han sido tolerantes con cada una de sus ideas, ya que ninguno tacho lo que había escrito el otro. Mas digno de mérito el personaje mas longevo de nuestro pequeño relato ya que tenia oportunidad de tachar, dañar, etc. lo que dejo de su pensar en la pared el primer escriba.
Luego continúa pasando incesantemente el tiempo. Como siempre.
Pasan diferentes pintadas.
Un coche se estrella contra la pared y queda de aquella pintada algo como “...hambre de amar”. Mucha gente cree leer “hembra de amar”. Quizás porque pasan demasiado rápido.
Luego no lo se muy bien lo que paso, porque yo vivía en un geriátrico, estaba en una silla de ruedas y siempre me ponía a tomar solcito en la ventana, y enfrente tenia la pared y el problema es que ahora me agarro una embolia y me morí.




DETRAS DE TODO HAY NADA
Delantal sucio. Vecinos. Autopista vigiladas por cámaras de television.Balneario a lo largo del río. Vacas, soja, arboledas de los cascos, antenas diret TV. El arroyo. Caballo blanco con pintitas negras, come pasto, luego me mira y rebufa. Música por la radio del auto. Carteles de almacén, carnicería, farmacia. Cables cruzados por el aire. En un rancho suena un clámame. Delante de una fila de eucaliptos. Tractores. Garrapiñada. Pizza, bebidas frescas. Tranqueras. Corderos que asan al fuego. La municipalidad. La estatua del prócer. La plaza. Parrilla. Rastrojero diesel que pasa tocando la bocina. Pájaros de la cabeza de atar.
CUMBIA
Veo un sol amarillo, palmeras, negritos felices y borrachos, pintados sobre una pared dentro del bar, en medio de la noche acariciado por una brisa seca y cálida que hace sonar objetos colgando en la puerta. Sentado en una silla de madera apoyando los codos en la mesa, mientras mis piernas saltan, siguiendo el ritmo de la canción que a todo volumen inunda el local. Tomo pisco y soy devorado por los mosquitos. Las horas están pasando lentas, pero el alcohol hace que sean como caricias. Espero el tren, soñando con soles, escombros, desiertos.
En el medio del local, sobre el piso de tierra, hay gallinas sueltas, que parecieran estar bailando al son de la música.
Apenas recuerdo algún pasado, ni puedo imaginar ninguna forma de futuro, ni de donde vengo, ni a donde voy, ninguna voluntad o pensamiento. Los sentidos mareados, los ojos adormecidos. Un zombi, un muerto viviente, víctima de alguna practica vudú para ser esclavo de un amo cruel e invisible. Mientras pienso esto, recorro los dibujos de las etiquetas de las botellas del lugar, entretenido con los colores y letras.
Yo espero al tren, que me lleve, para subir al cielo de mi noche, con la tierna indiferencia del mundo.




PIROPO
Cerca de mí, el papagayo arriba del coche abandonado y destrozado y una niña, miran cómo el árbol se convierte en fogata, el viento acaricia sus llamas, a orillas del río. Ambos contempla la hoguera, la niña con ojos casi cerrados, de letargo y el papagayo con curiosidad científica.
No sé cómo comenzó esta ceremonia.
Tengo una esta extraña sensación: no tener retorno.
Miro los cabellos de la chica, mecidos por la brisa, parecidos al fuego, como una piedra preciosa que baila y encandila.
Recuerdo que soñé estar aquí.







PUCHERO
La vía láctea pasa por el estómago.Paracelso

Imaginarios milagros, desde olores de las cocinas, mientras paseo por las calles de este barrio pintado de blanco y ahora amarillo por el atardecer, con sus puertas, ventanas de madera, de dorados vidrios.
Cacerolas con garbanzos, porotos, cocidos en agua con zanahorias, apio, choclos, cebollas, puerro, laurel, pimienta y perejil, en ollas y fuentes grandes. Mundo animal y vegetal, separado. Asado, vacío, rabo, caracú, falda y lengua; lavada y desgrasada. Pollo o gallina. Horas de calor. Horas de hornallas. Morcilla, chorizos colorados, el codillo, la panceta, el cuerito de chancho. Aceite de oliva, mostaza.
Caminando, despistado, cierro los ojos, aspiro con todas las fuerzas este aire seco, fresco.
Cierro los ojos y cruzo los dedos, un perro me sigue y siento tu voz dentro de mis oídos, recordando comidas y amores que se fueron.
REMOLINO
Tirado en la arena, adormecido, el mar habla en olas y viento salado, sobre mi cara. Cae la garúa fría, abro los ojos, miro la playa y las nubes grises que anticipan un temporal. Me gustaría caer al cielo, pero no le hago caso a mis ganas, me paro y comienzo a caminar mientras veo una calesita colorinche a lo lejos, dando vueltas y vueltas, como yo, deambulando en mi calesita de espíritus muertos, llenos de muerte.
¿Cuál es el rumbo de las cosas?




POT-POURRI
El mar en la memoria. El cielo por espalda como alas en un reino celestial. Tengo tiempo y espacio, para habitarlo con fragmentos del sentir. Son las 22.45 horas y estoy en la ruta 7, Km 49. Escuchando el bramido del viento mientras miro esta pampa chata.
Y que más da, ni sé si estoy aquí. Todo esto no importa nada de nada, la muerte lo devora todo.





CHARME
Dentro del monologo interior de los tejidos nerviosos, me estoy perdiendo en mi. Como turco en la neblina sabré esconder mi confusión de penumbra eterna.
Mirando los leños ardiendo en la costa de la playa, el fuego que se abre en pétalos de llamas, combate al frió y distrae mi soledad.
Seré el rey imperial de corona de papel, barco fantasma de cóctel, la ola que tropieza en una roca, de noche y luna llena.
Sentado en la arena, anotare palabras en un papel, para vos.





HULE
Miro las gotas que resbalan suaves por la copa detrás de los fósforos que enciendo y apago, de los cuales no puedo despegar la mirada. Siento desmoronarme. Tengo sensación de vértigo y miedo a desmayarme.
El mantel de hule con dibujos de cuadrados, azules y verdes me habla en olores y colores del patio de mi abuela.
Saco del bolsillo de mi saco una carta del mazo de tarot y la tiro sobre la mesa: arcano numero doce. El Colgado, un hombre de cabeza, amarrado por un pie de un travesaño. Nacimiento, sufrimiento, alegría, destino, prueba, redención y ante todo contemplación.
Comienza a llover y salgo a caminar. Gotas en sociedad, sobre mi piel. Hoy estoy cerca del agua, amorfa, indiferente, profunda, oscura y fecunda.
BELLE EPOQUE
Cuando era joven salía a la calle y las mujeres se me colgaban del cogote. Siempre fue así. La gente me envidiaba y no tenían consuelo. Tampoco yo.
Dios murió un día lluvioso el primero de julio de 1974 con papá fuimos a despedirlo. Adiós. Papá borracho llorando desconsolado agarrándose a un poste. Fue un gusto General. Y aprendí a decir: adiós.
Tiré miguelitos en abril del 79 para que los carneros no vayan a trabajar. Y luego todo fue para mejor. No fui feliz, pero conocí gente interesante.
Gané la guerra en Malvinas. Solo y por las mías. Fumando cigarrillos y haciendo chistes de mal gusto.
Sacando cálculos mal y pronto, a ojo de buen cubero: 92.000 cigarrillos, 1.300 botellas de alcohol, 2 kilos y medio de cocaína y una cantidad indefinida de productos farmacéuticos. Y los chequeos me salen bárbaros.
Soy el perfecto ratón de laboratorio, feliz en su laberinto y esperando nuevos experimentos.




SIRENITA
Los niños mueren con su cuerpo quemado luego de grandes dolores y gritos y aunque sonrían en las fotos con dientes de piraña un día antes de su muerte y aunque sea la sirenita de Montserrat. Cadáveres tirados en el piso, niños muertos en incendio en la calle Defensa y Venezuela, hotel La moneda, las cenizas de carne, cartón y madera arrastradas por el viento, flotando en el aire, a los bigotes de un gato, en las hojas de árboles, en un libro de cuentos de hadas con páginas arrancadas tirado en la vereda.





REALPOLITIK
Las estrategias del dolor tejen su telaraña en este insomnio, como un kitsch tétrico, del cual no despertaré. El insomnio es no despertar. El insomnio transforma a todo en un sueño. Cuando duerma despertare de entre estos fantasmas de realidad.
Despertaré cansado, demasiado cansado y muy tarde.




SPEM REDUXIT
Entre trozos de basura, colillas de cigarrillos, cenizas, insectos de los que vuelan con alas y de los que caminan con varias patitas, paredes descascaradas y húmedas, polvo de tierra sobre muebles viejos, el sol iluminando el descuido y descubriendo mi cuarto en desorden, una ventana abierta poblada de olores y ruidos. Siento en mi cuerpo la fundación de un reino fatídico, oscuro, desquiciado. Mío.
FARÁNDULA
Dios creó al mundo cuando estaba aburrido en un momento de profunda depresión.
Dios no se murió, se fue cansado, a otro lado, a inventar otras cosas.
Posdata: La realidad es el efecto de la falta de alcohol en la sangre, por eso no conduzca si consumió alcohol, se lo recomienda la Presidencia de la Nación.





GALANTO
Esta noche devórame. Quiero que seas feliz.
Florecer como ayer, mientras volábamos en el avión y tirabas las cartas de tarot hablando de Anton Szandor La Vey. Mientras miraba las nubes abajo del ala, y el sol quemaba mis ojos.
Nada cambio de lugar. Todavía ese momento es familiar, quiero tocarlo un segundo, a través de tu boca de risa y sabor.




MALVINAS L4a2, 7.62 MM.
Cuando la metralla entró sentí un suave fuego dentro en mi cuerpo y caí al suelo en sueño con los ojos abiertos. Miré en el cielo un Sea King encantador y un Gazelle disparando su ametralladora. Cielo azul. Llamas. Frío perfecto de mañana. Olor a mar quemado. Rojo carmín fatal en mis labios. Risa de shock. Antes de cerrar los ojos odié al mundo todo.
Los cadáveres exquisitos beben sangre en el hastío.




CHANZA
Domingo, restaurante, mediodía, chistes negros, chistes verdes, mozos de blanco corriendo entre las islas de las mesas de madera con manteles de papel. Reunión de fragancias: lentejas, pollo, pimienta, laurel, apio, cebolla, caldo con fideos, panceta ahumada, papas fritas, tallarines al pesto, vino tinto, vermouth, hesperidina, ginebra, cerveza. Cierro los ojos, escucho, gentes con risas, sonrisas y carcajadas.




VOLADO
La casa llena de mugre, la apatía de meses, esa cosa de estar todo el santo día tirado en la cama, el aburrimiento como extraña forma de culto, noventa cigarrillos por día para quemar mi historia, tres copas de ginebra como mariposas por noche, la gente fruto de mi imaginación con la cual charlo durante bastante tiempo, no cansarme del cansancio, no dormir, irme cada dos por tres o cada tres por cuatro o cada cuatro por cuatro al lugar mas lejano que pueda llegar, no soportar el tiempo, disfrutar de cualquier espacio en forma horizontal, la pesadilla sobre mi muerte en otra encarnación, nauseas, odiarme, mareos y no olvidarte nunca.
Soy yo volándome la cabeza otra vez.





MATE COCIDO
En la cocina con la pava en la mano, tiro el agua filtrando la yerba mate, mirando el árbol detrás de la ventana de vidrio que se va empañando con el rocío matinal. Siento un temblor, un vacío, un frío, acompañado por ruidos de cuchillos que se abren desde el centro de mi carne, hacia afuera, voraces.




CHANGA
Las cosas que no están: una lluvia de colores que a cualquiera viene bien, circos dentro de cualquier cerebro lleno de odio y rencor, ir por la vereda paseando y recibir alegría, sin buscarla, una casa solitaria frente al mar detrás de un bosque. Oler, mirar, ver, por las noches, una buena piel.




CAIPIRINHA
Cachaza, azúcar, limón y puntos suspensivos para que se llenen de palabras y sentidos. Salgo a estirar las piernas. Reflejos de luces cálidas en la vereda mojada. Gotas de Kenzo París en las venas para dar algo de brío a la sangre. La textura de un muro de cemento me hipnotiza. Llego al anfiteatro de Parque Lezama, a lo lejos alguien besa a alguien, arboles, pasto húmedo, luz de la luna, autos ruidosos y la dulce amistad de los desconocidos.
DULCES PARALELAS
Otro sueño que me despierta a medianoche. Entro al baño a oscuras, abro la canilla del lavatorio, me mojo la cara y me golpeo la cabeza al agacharme, con la canilla, me enderezo y veo mi rostro donde adivino una sonrisa, riéndome del tipo en el espejo que piensa: pasos en falso, son mi tentación.



VERMOUTH
Difícil creer lo que digo, dijo el espanto, sonriendo tímido, con sus ojos de abismos tristes, que todo lo que mira, para devorarlo en dolor.
Pequeñas luciérnagas en su plato comía, mezclados con seres sonrientes de corazones huecos.
Vagando por estas calles de confort rentable, brazos caídos y miradas perdidas, supo alimentarse bien.




LAURA
Un pan sobre la mesa, mantel y plato blanco, enfrente pelo negro, largo y engatusador, vestido verde de generosas piernas y hombros, labios pintados en una sobreactuación del rojo sobre tu cara blanca alumbrada por el mediodía que nos ilumina desde un enorme ventanal. Me sacaste soledad y razón. Algunas verdades me sacaron corazón y me dieron soledad.
Otro cambio.




TUTTICUANTI
Uso el tiempo de los sueños. Me muevo en ese espacio, que me brinda mi forma de ser, lo cual me lleva a ser paranoico y eso a cierto autismo. Los mas interesantes sueños se acercan a las pesadillas.
¿Que tienen un muro destruido, la lluvia en los primeros días fríos de otoño, los inmensos paisajes, la fealdad en estado puro -perversa belleza-, los jardines, la monstruosidad, los rincones, algunos rostros; que son meritorio de sentirlos durante horas?




TORBELLINO
La Colonia Laosiana “Laos samaji” a 20 Km de Posadas, sobre la ruta 12 en Misiones. Laosianos en camisetas de Boca, jugando futbol en alpargatas sobre la tierra rojisa.




CRASH BOOM BOOM BANG
Desperté en un día azul y claro y silencioso. Acostado, en el colchón tirado en el piso del living, me pare, mire por la ventana que tenia roto el cristal, el camino estaba embarrado. Por la noche había llovido, y yo ni cuenta. Tenia la ropa puesta y todo apestaba a mar, a humedad, a sal. Fui al baño me moje la cabeza, la cara y me mire el rostro en el espejo y desvíe la mirada del tipo que me miraba desde adentro del vidrio. Me cambie de ropa, me puse las botas de goma, amarillas y salí a caminar por el bosques rumbo al mar, hacia el bar del faro. Necesidad de cigarrillos, alcohol y algo de comida. En el camino me encuentro con mi amigo, un perro callejero grandote y sucio, le puse de nombre Mustafa. Me acompaña. Me detengo cada tanto, a mirale la cara, sus ojos. El tambien me mira. ¿Que vera? Tiene una mirada tranquila, que tranquiliza. Nos sentimos comodos. Juntos y solitarios.
Caminando por el camino embarrado, con las manos dentro de los bolsillos de la campera, me preguntaba sobre los muertos, pudriéndose en cementerios, siendo comidos por insectos y gusanos y apestando, viviendo dentro nuestro.
Miro los arboles y la luz que atraviesa sus hojas, los pájaros, el viento. Efecto contemplacion, de la ketamina, de la noche pasada. Perfume a pastito mojado.
Recuerdo la piel y la cabellera de una mujer muerta, el recuerdo de un cuerpo que ahora se pudre. Mi abuela era católica y me decía que los santos despiden perfume a rosas desde sus cadáveres. Me detengo, abrazo a Mustafa, que huele horrible y me lame.
BOLERO
La olla humea fragancias de cebollas, mondongo, apio, puerro, ajo, panceta. Abro la cerveza, la mezclo con ginebra. Salgo por la puerta de la casa a la calle. En la vereda, apenas iluminada, pasa una bicicleta, un hombre da un beso a una mujer en la esquina de mi cuadra, escucho niños y perros jugar a lo lejos. Una música que invita a bailar suave.
El cielo nocturno y la tierra acompañan la delicia.





INTERIOR DE CUARTO DE HOTEL
Mi cabeza cuelga, con sus pensamientos, en la pared descascarada, cerca de un póster de un atardecer -extraordinariamente dorado-. En el poster hay una playa y una pareja de la mano, caminando cerca de las olas, al pie un poema corto sobre el amor.
Y miro el libro sobre la mesa, que estuve hojeando toda la noche: Dictionnaire Infernal, edición 1818, de Collin de Plancy. El hombre de los dibujos de los seres asombrosos y los catálogos demoníacos.
Por la ventana de mi cuarto llegan voces, sin distinguir lo que hablan, y sonidos de tachos de lata golpeados en la calle.
Cada uno tiene su Dictionnaire Infernal, en este encantador mundo encantado, que vamos dibujando y ocultando toda la vida.
Somos Reyes y Magos negándonos a ver lo invisible.





VIVIENDO EN ALGUNA OTRA PARTE
Como el ron más pesado y de más sabor, como el de Jamaica; así aveces cae el mundo, encima de alguna persona que pasa absolutamente distraída. Que papando moscas camina por ahí, sin saber la fecha en que vive, despertándose a cualquier hora sin saber en que lugar están. Personas que no demuestran ningún tipo de interés, que no saben ni contestan, ineptos de todo servicio.
Como el ron más pesado y de más sabor, como el de Jamaica; así aveces cae el mundo, encima de alguien, dando sabor a los condimentos del día. Linda como una fantasía.





GALLO ROJO
Vi la pintada, decia Gallo Rojo, estaba escrita sobre la pared del Museo del Ejercito, el que queda en la calle Defensa, que mejor nombre para ese museo en esa calle, o no quizas ofensiva hubiese sido mejor nombre, mas valiente. Gallo Rojo, suena combatibo, a guerra civil española. Gallina Roja, tiene algo de alimento picante o de restotan chiquito y popular. El Pollo Rojo, a dibujo animado o a prostibulo. El señor Gallo y su esposa la señora Gallina, ideal para una fabula. El gallo es un animal doméstico y tal vez sea el ave más numerosa del planeta, por lo cual se puede pensar que las aves mas bellas no tiene la suerte de la fea. Usamos su carne, sus huevos, sus plumas, lo que se dice un ave productiba. Su parte heroica, violenta, son las peleas de gallos; donde les colocan navajas en las patas y los obligan a pelear hasta matarse. Tienen cosas parecidas a mucha gente, como ser: aves gregarias que han perdido la facultad del vuelo, las garrapatas, un sistema social con un orden jerárquico, con su macho dominante, que manda sobre todos los demás, las pulgas y un macho sometido a todos, sin contar el kikirikí que canta durante todo el día y sobre todo al amanecer, y su artante clo-clo, habilidad que repiten muchas personas que cruzo por la calle.






MUJER BARBUDA SOBRE TRANSATLÁNTICO EN LLAMAS

Nada es mentira; basta un poco de fe y todo se convierte en verdad.

Louis Jouvet.
Sé lo que es una mala racha.
Recuerdo cuando empezaron a morirse de pena todos mis amigos, y como la cosa es contagiosa, me agarro miedo. No soy muy valiente. Así que vendí mi casa y con ese dinero me embarque en el ultimo viaje en trasatlántico que se haría; ya que ahora la gente quería viajar más rápido hacia cualquier lugar y no lento hacia cualquier lugar.

Para mí era mejor ir lento, hacia cualquier sitio.
Luego de unos días de estar en pleno océano Atlántico advertí que los pasajeros eran gente maravillosa y hermosa, pero nadie me daba bolilla. Estaba solo, pero no triste. Me di cuenta que era un desatino esa soledad, entre esa multitud tan glamorosa. Sentí vergüenza de mí y me escondí en mi camarote para por lo menos evitar ese sentimiento. Encerrado entre esas pequeñas paredes, leía con pasión y desenfreno a Joris-Karl Huysmans hasta dormirme, y por las noches salía a la cubierta principal, y a veces por las bodegas de carga, a fumar y confraternizar con los marinos, a contarles que era insomne, que estaba pasándola muy bien y matábamos el tiempo, hablando de tipos de cabos y de nudos marineros.
El incendio empezó en las bodegas, parece que fue intencional. Vi gente matándose por un mísero salvavidas, arrancándose las caras a rasguños por un bote, un asco. Yo golpe con una madera la cabeza de un tipo que llebaba un hermoso bolso. Me dirigí al bar, había visto un par de botellas que eran un pecado que se fueran al fondo del mar. Luego pase por la enfermería, si las cosas se ponían mal, nunca esta de más algo de morfina. Estaba revolviendo la enfermería, el agua subía hasta mis rodillas, los gritos y estallidos me distraían de mi búsqueda. Como siempre y en todos lados, estaba extraviado, perdido, confundido y todas esas cosas que me hacen perder mi calma y comodidad, tan queridas. La vi pasar por la puerta que daba al pasillo, caminado lentamente, con un vestido rojo y tomando tequila del pico de una botella, fue como si viniera de un sueño o de un recuerdo que nunca existió. Me trajo suerte, encontré el lugar donde estaban las ampollas, y las puse en el bolso marinero donde tenía las bebidas. Con el agua al cuello, muy cansado, por mi pesada carga, flotando entre cadáveres e inmundicias, logre salir a popa donde las cosas estaban bastante movidas, inclinadas y en llamas. Ella estaba allí apoyada en el pasamanos, totalmente calmada, una mujer bellísima con una barba enorme. Le pregunte si no pensaba salvarse, dijo no.
Me tire al mar con mis humildes pertenencias, el agua estaba muy fria y yo aterrado, logre caer cerca de un bote que llevaba a una anciana, su sirvienta y a sus siete perros de pura raza, nade hacia allí, mientras me decían que no había lugar, logre subirme. Mientras intentaban tirarme al agua usando el recurso mas bajo: la violencia, yo solo tenia ojos para ver a la extraña criatura, levante mi vista y estaba allí, una mujer barbuda sobre trasatlántico en llamas, con fondo de estrellas. Hubo una explosión y vi el vestido rojo volar por los aires. Tome los remos, mientras me golpeaban la espalda y los perros me mordían y ladraban, me dirigí a donde había caído la chica del vestido rojo. Tarde en encontrarla porque tuve que amenazar de muerte a la vieja neurótica de clase alta y a su sierva y darle un golpe mortal a un pastor alemán que me estaba arrancando parte de mi saco de corte ingles. Una ola la acerco hacia el bote, estaba de espaldas, la tome del su ropa y logre subirla a la embarcación. Seguí golpeando a los perros con el remo, tirando a un pequines, allí donde duermen los peces. Apartando la barba de su rostro empecé a hacerle respiración artificial, y masajes en su pecho, no sin experimentar cierto placer de ser un buen samaritano, luego tosió y escupió algo de agua, había vuelto a la vida.
Al amanecer, empezaron a molestarnos. Desde otros botes nos pedían si teníamos agua, amablemente les dijimos que no teníamos nada. El tiempo corría y nadie venia a socorrernos. Nos apartamos lentamente de la chusma pedigüeña; allí abrí mi bolsa y empezamos a consumir botellas de vodka, ginebra, whisky, pernod, curazao, pisco y coñac.
Despertamos por los ladridos de los perros hambrientos, con dolor de cabeza y con más sed que antes. No había señales de otros botes, estábamos solos, desesperados.
Comenzamos a matar a los perros, cuando recuperamos algo de fuerza, gracias a un cuchillo que traía en su portaligas la chica con barba. Comíamos carne cruda y bebíamos sangre. El primero que comimos me hacia acordar a un perro de la tele. Los matábamos por turno, manteniéndolos dormidos, gracias a inyecciones de morfina que les daba. El resto de la jornada dormitábamos, posiblemente por comer carne reblandecida con morfina, un nuevo placer culinario; y todo gracias a la proximidad de la muerte. Cuantas cosas uno se priva de vivir y necesita de estos momentos intensos, para agrandar el espacio moral y de gustos.
La señora comenzó a deprimirse, se negaba a comer carne, ya que ella quería a los perros como si fuesen sus hijos, los cuales no tenía. Pasaron unos días, la llorona murió. Tiramos su ropa al agua y yo disimuladamente puse su collar de perlas dentro de mi bolsillo. No tuve que ser muy persuasivo para convencer a las damas, que la señora fuese la cena. Comimos a la burguesía y nos quedamos quietos mirando estrellas, y compartiendo pinchazos.
La criada fue la primera en ver la playa. Lo primero que hice al tocar tierra fue inyectarme la última ampolla de morfina, las chicas me ayudaron, a atarme el brazo con el cinturón y a clavarme la hipodérmica en la mejor vena. Creí que lo hacían ya que distinguían a un adicto, de un consumidor ocasional. Pero en cuanto cuando me di cuenta, ellas se dirigían hacia la selva. Todo era una artimaña para huir de mí. Pero me sentía bien y todo me importaba demasiado poco.
Cuando desperté de una reparadora siesta ya me sentía inquieto y me puse a caminar por donde la había visto por última vez. Odio caminar en la selva, tan llena de peligros, como pisar víboras, llevarse por delante telarañas con arañas enormes y esa cosa de caminar en círculos sin llegar a ningún lado.
El sol me enceguecía, mis ropas estaban todas manchadas de sangre. Olía mal, hasta el asco. Daba unos pasos y me desplomaba, una y otra vez. Llegue hasta una catarata que desembocaba en un pequeño lago, me zambullí, tomaba agua como esponja y me dejaba acariciar por la cascada, luego me tire en la orilla a tratar de dormir y pensar que todo lo sucedido era una fantasía, una ilusión. Un pensamiento muy común en mí.





FICHA TECNICA
Las cartas del Tarot de Marsella, pueden ser escritas, pueden escribir, escribirme, abrir la puerta para ir a jugar y que no me olvide de las almas que no se olvidan de mí.

Eduardo Mateo, convirtió a todas estas letras negras con fondo blanco en colores. Dibujando mundos que casi existen.
La correspondencia Witold Gombrowicz-Jean Dubuffet, me subió sobre una alfombra mágica, y termine aquí.


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